El eclipse de la muerte
¿Qué seríamos nosotros sin la muerte? Todo lo que somos, todo lo que nos importa, no existiría sin la muerte. No se contenta con librarnos del ego –lo que ya es bastante, inmenso. No le basta su papel pedagógico; cuando la simulamos en nuestra mente, es decir cuando la pensamos, nos muestra que existe un más allá del ego, la verdad de nuestro ser. No, logra mucho más: sin la muerte, no hay nada, no hay mundo humano, no hay ni familia, ni sociedad, ni patria, ni cultura, ni seguramente amor. En cuanto al creyente, él nos dirá: sin la muerte, no hay ni redención ni salvación.