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Johnson es uno de los personajes centrales de la literatura inglesa. Como autor y como personaje. Bastaría mencionar que es autor del primer diccionario de inglés que se escribió; y es mucho más que eso, pues también se le considera el más importante crítico de la literatura inglesa. Además es un personaje central, pues James Boswell lo persiguió muchos años con una libreta en la mano y de ahí salió la biografía más notable de la lengua inglesa, dicen. Encima de todo, este monstruo, a quien todos llamaban doctor Johnson, escribió La historia de Rasselas, príncipe de Abisinia (Luna Libros), una narración perfecta, comparada por muchos con el Cándido de Voltaire.

La historia de Rasselas, príncipe de Abisinia

La historia de Rasselas, príncipe de Abisinia.

Un libro de lectura deliciosa, una especie de aventura fugas, secuestros, viajes con un trasfondo de fábula. Un príncipe habita en el valle feliz y escapa de él para averiguar cómo viven los hombres. Lectura imprescindible de un clásico difícil de olvidar. Para leer y para regalar.

Lo que dicen de Rasselas.-

Breve e intenso, entretenido y profundo, Rasselas es un libro que ha merecido los más altos elogios. Un crítico norteamericano dijo que es el mejor libro que ha leído en su vida. Y, como si fuera poco, otro, inglés, se limitó a tres palabras: un libro perfecto.

La Mano de la Buena Fortuna (Sexto Piso).

Este libro, que no se parece a nada, sin embargo recuerda otros libros únicos, como Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll o Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino. Aquí, todo apunta a la desaparición de las fronteras entre la realidad y la escritura. Escrita por el serbio Goran Petrovi (1961), en La Mano de la Buena Fortuna el protagonista es un libro imaginado, Mi legado, que provoca que los lectores que lo leen simultáneamente se encuentren entre sí dentro del mismo libro: es imprescindible que uno esté decentemente vestido, nunca se sabe con quién puede toparse.

LaMano

Una cita de La Mano de la Buena Fortuna.

Y entonces soñó qué pesadilla más terrible que despertaba y ya no podía soñar más.

Manguel habla de Goran Petrovi.-

En la narrativa de Petrovi no hay voluntad documentaria ni psicológica: toda la similitud con la realidad política es mera coincidencia. En cambio, hay una nueva realidad filosófica, metafísica, estética que traza los fundamentos del mundo en el que nos hallamos.

Tesoros ocultos.

No lo he visto últimamente en las librerías. Su edición es del siglo pasado. Tropecé con él por un milagro. Y vengo a decirle que si usted lo ve, agárrelo. Hablo de La mamma (Grijalbo), escrita por un autor que todavía no está en el canon pero que tarde o temprano será incluido allí, Mario Puzo (1920-1999), conocido como autor de El padrino, novela que dio lugar a un clásico del cine. La mamma trata de una familia de inmigrantes del sur de Italia en Nueva York. Una historia a la que no le falta ni le sobra nada. Magnífica.

La mamma Mario puzo

Un poema de Edward Thomas.

Cuando murió el poeta londinense Edward Thomas (1878-1917), ya al final de la Primera Guerra Mundial, no se había publicado ningún libro de poemas de su autoría. Sólo unos pocos poemas sueltos que no merecieron en ese primer momento mucha atención de la crítica y de los otros poetas. Su fama como poeta comenzó a crecer poco a poco. En 1924 lo leyó Auden y lo adoptó como su maestro. Después Stephan Spender lo elogió en sus ensayos y los adoptó como modelo para algunos poemas suyos sobre la guerra civil española. Larkin lo alababa repetidamente, Derek Walcott le dedicó un poema y Seamus Heaney se refirió a él en su discurso de recepción del Nobel como uno de sus maestros. Hoy en día, fama tardía, su obra es una de las más reputadas en la lengua inglesa. Igual, también en español tardó en traducirse. Ahora Pre-Textos publica su Poesía completa en una edición preparada y traducida por Gabriel Insausti.

COMO EL TACTO DE LA LLUVIA

Ella era como el tacto de la lluvia,
en la carne de un hombre, en su cabello
que una nube cogiera por sorpresa
en la alegría abierta del paseo.

Él arde por amor a la tormenta
y canta y ríe, bien sé yo por qué,
pero todo lo olvida a su regreso
mientras que yo jamás olvidaré.

Vete. Cerró una puerta esa palabra
entre aquella bendita lluvia y yo,
una puerta que estaba siempre abierta
y ese día por siempre se cerró.

Edward Thomas


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