marzo-2015, primera quincena

Apuntes, d.j.a.

El doctor Zhivago de Borís Pasternak.-

¡Qué placer la lectura de El doctor Zhivago! Al principio uno tiene que pasar un largo túnel de 80 páginas y el esfuerzo principal parece agotarse en intentar retener los nombres de los personajes (que exigen un directorio de cinco páginas al final, antes del índice). Pasado ese obstáculo, se desarrolla una magnífica novela. Con este libro, Pasternak se convierte en digno portador de una herencia apabullante, la novela rusa del siglo XIX. Novela que es la biografía de un personaje imaginario, si un marciano la leyera anotaría en su diario que la Tierra es un planeta invadido por las ratas. Aquí las invasiones de ratas son una constante de las guerras civiles y mundiales, y también una constante durante las casi permanentes escaseces en los tiempos de la dictadura del proletariado. Esta traducción de Galaxia Gutenberg es la primera directa del ruso, debida a Marta Rebón.

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Y, de ñapa, los poemas de Pasternak.-

Ante todo, Pasternak era un grandísimo poeta. Hay quien dice que es el gran poeta del siglo XX ruso, ese siglo pasado que no ha pasado del todo. El culmen de esta edición es que al final hay unas versiones en español de los poemas del doctor Zhivago, redactados por su inventor, Borís Pasternak.

Una cita de El doctor Zhivago.

Ocuparse sólo de filosofía es tan extraño como alimentarse únicamente a base de rábanos

Fórcola.-

Fórcola es una de las más refinadas nuevas editoriales españolas. Nicho de algunos clásicos recientes del idioma Azorín, Julio Camba, Alfonso Reyes, Octavio Paz, también dada a clásicos de otras lenguas Tolstoi, DAnnunzio, Voltaire, editorial inclinada a los viajes, a las geografías, a veces a las biografías, como la muy buena de Vivant Denon, el caballero del Louvre, escrita por Philippe Sollers, un libro magnífico; editorial de ensayo contemporáneo, como el excelente Elogio del texto digital de José Manuel Lucía.

Claudius Bombarnac, corresponsal de El Siglo XX (Fórcola) de Julio Verne.-

Este libro puede leerse como la libreta de notas de un reportero que viaja desde el Mar Negro hasta Pekín. Verne tiene, además, la habilidad de mantener la atención del lector. Siempre hay algo que el periodista trata de saber y la magia del narrador consiste en contagiarle al lector esa curiosidad y, con eso, mantener capturada la gozosa atención hasta el próximo capítulo; y hasta el próximo; y, así, hasta el final. El viaje ocurre sobre un territorio real pero en una ruta de tren inventada por Verne, que la trazó sobre un mapa real.

JulioVerne

Un prólogo para Verne.-

El prólogo, debido al geógrafo español Eduardo Martínez de Pisón, es, entre varias cosas, un delicioso tratado sobre geografías imaginarias: partiendo de una cita de Robert Louis Stevenson no hay mejor materia para un sueño que un mapa, el prologuista cuenta de algunas de estas geografías imaginarias, como la iglesia de Sanabria, sumergida en un lago pero que tiene una campana que aún tañe, tañido que sólo oyen las almas puras. O como la cordillera asiática de Minya Konka, habitualmente cubierta por las nubes, [de la que] se dice también que únicamente los hombres de corazón limpio consiguen ver la cumbre. Cita Martínez de Pisón un texto taoísta según el cual hay tres tipos de paisajes: paisajes para contemplar, paisajes para habitar y paisajes para viajar. Igual, conjeturo, se podría decir de los mapas y de los libros. Éste, de Verne, es un libro para viajar.

Permítanme cojear hasta por escrito. Y con Verne.-

En cierto momento Bombarnac está contando que Tamerlán, uno de los mayores conquistadores del mundo, el mayor incluso si se mide la grandeza por la extensión de sus conquistas… tuvo un continente entero por teatro de sus guerras. ¡Y era cojo…, como Genserico, como Shakespeare, como Byron, como Walter Scott, como Talleyrand&. Por su parte, David Markson (en Esto no es una novela) cuenta que la cojera de Scott procedía de la poliomielitis y enseguida plantea: la cuestión, que al parecer nunca se resolverá, de si el pie tullido de Byron era el izquierdo o el derecho. Cojos cojonudos.

Diccionadario

Ya se sabe que las palabras juegan con uno. Entonces ¿por qué no jugar con las palabras? Copiado de Diccionadario (Editorial Pre-Textos):

Televisón: es la misma televisión, pero más elegante.
Lavanda: pandilla perfumada.
Novela: sin cirio.
Losofía: amor a la mitad del conocimiento.
Literadura: cama incómoda.
Popolítica: lo que hablan los popolíticos.


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