marzo-2015, segunda quincena

Apuntes, d.j.a.

Modris Eksteins: La consagración de la primavera (Pre-Textos).-

El libro del año; un futuro clásico. No es una narración de la Gran Guerra sino un ensayo lleno de anécdotas que provienen del arte, de la vida del soldado común, de la atmósfera del pensamiento antes, durante y después de esa guerra. Un gran fresco impresionante y magníficamente bien escrito.

En menos de una generación, Alemania pasó de ser un conjunto de pequeños estados a convertirse en una gran potencia, la mayor de Europa. Creció económicamente, creció en indicadores de educación, tenía el mayor ejército y rendía un culto a la técnica hasta que la técnica se volvió espiritual. Con lo bueno que esto podía tener, tenía de malo que se convirtió en caldo de cultivo de una cultura xenófoba: gracias al alma germánica, el mundo se salvará. Sentían que habían rebasado el racionalismo y el liberalismo inglés o francés y despreciaban a estos países. Por encima de todo, la guerra era una idea, dice Modris Eksteins en este libro extraordinario, La consagración de la primavera (Pre-Textos). Sin demasiadas reivindicaciones territoriales qué hacer, los alemanes iniciaron la Gran Guerra en 1914 pensando que su triunfo inobjetable era cuestión de meses. Lo que pasó no fue eso. La Primera Guerra Mundial fue una guerra estancada que producía millones de muertos y que no modificó por meses y meses una línea de trincheras llenas de un barro entre el que convivían soldados, ratas, chinches, miseria y fetidez. Se trataba de romper la brecha de trincheras, se trataba de una guerra de desgaste. Esto cambió, primero que todo, a los mismos soldados: después de llevar tres semanas en el frente, a cualquier soldado se le notaba un cambio muy característico& sus reacciones se hacían más torpes, la cara perdía expresividad&. La insensibilidad que desarrollaba el soldado era lo que le permitía sobrevivir mentalmente a aquel infierno.

Sobrecub. LA CONSAGRACIO N DE LA PRIMAVERA-OK:Ensayo grande

 

El barro en la Primera Guerra Mundial.-

No era como ningún barro que yo hubiera visto. Era más bien como una especie de río estancado, demasiado espeso para poder fluir, pero al mismo tiempo demasiado aguado para aguantarse firme& Te metías allí con tus botas y te hundías hasta las pantorrillas. Por debajo sí que hacías pie y podías seguir chapoteando, y mientras avanzabas chapoteando el ejército chapoteaba a tu lado, dejándote salpicado de la cabeza a los pies, escribe John Mansfield de su experiencia en Somme. Y añade: llamarlo barro sería engañoso.

La guerra contra los cadáveres.

Cuenta un oficial inglés: Nuestra principal ansiedad parece ser retirar los cadáveres alemanes del terreno delante de nuestras trincheras& ya que están haciendo más que insoportable el hedor. A los hombres les están ofreciendo recompensas y ascensos para salir a buscarlos y quemarlos y comenta Eksteins: ¿Cuánto tiempo habría de pasar hasta que los hombres comprendieran las terribles ironías de un mundo en que la valentía se la convocaba para luchar contra cadáveres, en que los muertos en vida intentaban destrozar a los ya muertos?. No era extraño, pues, que la experiencia de la guerra real en las trincheras dejaba a los hombres marcados y aislados del resto de la sociedad.

La Gran Guerra y el nacimiento de los tiempos modernos.-

Éste es el subtítulo del libro de Eksteins. Scott Fitzgerald lo dijo a su modo: todo mi hermoso mundo, delicioso y seguro, saltó por los aires aquí. Y Lenin sentenció: La guerra europea significa una violenta crisis histórica, el comienzo de una nueva época. El gran contrasentido de esa guerra consistió en la utilización del progreso para regresar a la barbarie. De ahí se sigue que los modos de expresión tradicionales palabras, imágenes, incluso música eran claramente inadecuados para la situación. Después de semejante horror, la posguerra avanzó con la certeza de que la guerra tal vez no había merecido la pena.

La principal causa de la Segunda Guerra Mundial fue la Primera Guerra Mundial.-

Ninguna de las partes quedó satisfecha con el tratado de paz y lo que siguió fue inflación, paro, escasez y la epidemia de gripa de 1918-1919. Dice Eksteins: la antigua autoridad y los valores tradicionales ya no tenían credibilidad. Y, sin embargo, ninguna autoridad nueva ni ningunos valores habían emergido en su lugar. Había una sensación de vacío y los alemanes pensaban que la fuente de todas sus dificultades había sido la Primera Guerra. Por eso vino un personaje ególatra llamado Adolfo Hitler y la volvió a armar.

 


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