Julio-2020, primera quincena

Apuntes, d.j.a.

Lo que trajo el mar (Laguna Libros), de Frank Báez.- 

Casi diez años después de la publicación de la Antología de crónica latinoamericana actual me parece notable que ese género, que al momento de la antología estaba en su cenit, siga siendo actual y haya mantenido y aumentado el aprecio de los lectores y el nivel de excelencia de sus mejores autores. En el momento de preparación de aquella antología, la abrumadora mayoría de los materiales estimables para ser seleccionados había hecho su primera aparición en papel; la búsqueda en la red fue exhaustiva y de ahí resultó el hallazgo de Bob Dylan en el Auditorium Theater del poeta dominicano Frank Báez (1978). No era extraño, reflexionaba en el prólogo, que una tan magnífica crónica en prosa viniera de un poeta que fue capaz, también, de hacer crónica con sus poemas, como en Quita sueño:


Perder una pierna trabajando
De operario en una zona franca
Duele menos que cuando los gringos
Te donan una prótesis de plástico
Que te pondrás para emborracharte en los colmados
Y que apoyarás con fuerza en la acera
Al retornar a casa
Temeroso de que los perros del barrio
Puedan morderla y arrancártela.

Ahora ese texto vuelve a aparecer en esta recopilación de crónicas, algunas notables, como esa entrañable memoria de su padre, muerto hacía poco: Papa me enseno todo lo que se. Podria durar horas mencionando las virtudes que me transmitio, pero quiero enfocarme en dos aspectos que para mi han sido fundamentales: papa me enseno a leer y a escribir. Recuerda a su padre leyéndole en voz alta La isla del tesoro y poemas: en una de esas ocasiones, estaba leyendo un poema de Neruda y de pronto se detuvo y dijo que ese poema le recordaba otro texto. Fue a su biblioteca y retorno con un libro de Dylan Thomas. Antes de iniciar la lectura me explico que el autor tras beberse dieciocho copas de whisky seguidas en Nueva York cayo en un coma profundo que lo llevaria a la muerte. Entonces leyo el poema. Al principio no me decia mucho, pero basto que leyera «la mitad del mundo es del demonio y la otra mitad es mia» para cambiarme la vida. Fue como si me alcanzaran las ondas expansivas de una bomba atomica. Ese verso reorganizo mi codigo genetico y me convirtio en poeta.

Esta cita me conduce a otra de sus crónicas, Un libro de Dylan Thomas y yo, un fervoroso acercamiento al poeta galés a través de una poesía reunida editada en 1974 y que acompañó a Báez como un fetiche durante varios años y trasteos. Son notables sus crónicas autobiográficas, empezando por las dos primeras del libro: Karate Kid un testimonio sobre el bullying al que humor no le quita la dureza y Derretido un homenaje a la Barra Payán, que es para Báez la mejor sanduchería del mundo. Hay, también, crónicas de viajes a Costa Rica, a Alemania, a la isla de San Andrés, al Perú. Siendo testimonios autobiográficos, un registro en que el ego puede ser ahuyentador, en estos textos es notable cómo ese yo nunca estorba, lo contrario, Báez tiene el poder de concitar la complicidad de sus lectores.

Merecidamente elegido en el grupo de Bogotá39 como narrador, Frank Báez es, ante todo, un excelente poeta: en la crónica dedicada a su padre cuenta que él murió el 23 de septiembre de 2016. A la semana de su muerte escribi este poema:
Antes de ir al hospital acompane a mi padre
a recortarse el pelo y el barbero de brazos tatuados limpio el sillon con un trapo como si se tratara de un trono y mi padre con su barba y sus lentes dudo en sentarse, porque el odiaba cualquier privilegio
y si iba a esa barberia donde los decibeles
del reggaeton y de las salsas
rompian los timpanos de los clientes
era porque se sentia como en casa
y las tijeras del barbero eran un pajaro
que aleteaba sobre la cabeza de mi padre
y entonaban una cancion
que era imperceptible para los mortales.

Era una cancion sobre la muerte
y ese era el ultimo corte que se haria mi padre y eso no lo sabia el barbero,
no lo sabia yo,
no lo sabia nadie.

Afuera brillaba el sol,
avanzaba el viernes
y los otros barberos trasquilaban con sus maquinitas las cabezas de sus clientes.

A veces he pensado en ir a la barberia
y contarle al barbero de brazos tatuados
que mi padre ha muerto.
O quiza no decirle nada
y sentarme a que me recorte
con esas tijeras que aletearon como un pajaro sobre la cabeza de mi padre.
Entonces sabria el significado
de la lugubre cancion que las tijeras entonaron, comprenderia y seria como siempre demasiado tarde.

Múltiples paseos a un lugar desconocido (Pre-Textos), de Circe Maia.- 

Circe Maia (1932), nativa de Montevideo, es uno de los clásicos vivos de la poesía en nuestra lengua. El poeta y ensayista español Jordi Doce hizo esta antología poética que abarca su obra entre 1958 y 2014, precedida de un breve y lúcido ensayo donde dice, entre otras cosas, que son dos las notas que distinguen la poesía de Circe Maia y hacen de sus lecturas una experiencia seductora, una de las más hospitalarias de nuestro idioma. Por un lado, el correlato mítico o literario, préstamos de sus amados poetas griegos que asoma de manera ocasional para dar profundidad (temporal, imaginativa) a la reflexión del poema (&). Por otro, el tono suelto, casi conversacional de los poemas, esas palabras de familia que se desgranan y envuelven al lector. Digo envuelven porque, en efecto, algo tienen de confidencia, de palabras que dan vueltas a un núcleo vacilante, hecho de preguntas y breves apartes que simulan el compás de un monólogo interior (&). El resultado es una poesía que habla como ninguna otra en nuestro idioma. Una aleación en la que resuena el legado del simbolismo, de Juan Ramón en adelante, y el metal afectuoso, abierto y hasta algo de una voz familiar que sabe, con Teresa de Jesús, que Dios anda entre fogones: el hogar, los niños, los afectos cercanos y las rutinas domésticas son otros tantos espacios de iluminación que comparecen en sus poemas y propician el salto meditativo.

PALABRAS
Con gran dificultad, como un idioma
nuevo, mi propio idioma.
Asoman las palabras fugazmente
y ya dejan polvo, alguna equívoca
sombra, se endurecen,
se retiran de mí, están cerradas
y como envueltas en sus signos, quietas.
Cubiertas por su capa de sonidos
en una espesa, inerte luz, calladas
no hablan, no nos hablan.
Pero, de pronto, de otra boca salen
simples, directas, saltan
sobre mi propia voz, la están alzando,
la levantan, la alumbran, están vivas,
las siento sobre mí como una ráfaga.
Hablarte, hablarme. Es tiempo,
es tiempo ahora
de voces entre voces apoyadas.
OOOOOCirce Maia

Diccionadario

Antes de emplear una bella palabra, hazle un sitio. (Joubert).

Tomado de Diccionadario (Editorial Pre-Textos):

Potinga: lugar de los potingues.
Temocracia: sistema de gobierno regido por el miedo.
Aristodesgracia: nobleza venida a menos.

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Avisos y noticias

Club itinerante de poesía para lectores lunáticos.- 

Con el objetivo de fomentar la lectura y seguir creando comunidad, el mes pasado empezamos el Club itinerante de poesía para lectores lunáticos. Por ahora será un club virtual con una sesión mensual el tercer miércoles de cada mes, a las 6:00 p.m., con sede en una librería distinta. La segunda sesión será el miércoles 15 de julio a las 6:00 p.m. en Librería Central con El cuerpo y otra cosa de Darío Jaramillo Agudelo. Para inscribirse deben enviar un correo a libreriacentralungaruno@hotmail.com

 
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«Maestro Darío, gracias a usted y a los colaboradores de Gozar Leyendo. De modo especial, en estos días su compañía nos hace la vida más llevadera». Sonia Cárdenas.

«Maestro Darío Jaramillo Agudelo: gracias por su preocupación para que leamos cosas interesantes. Gozo leyendo». Antonio José Vásquez Castrillón.

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