Febrero-2021, primera quincena

Apuntes, d.j.a.

La edad del desconsuelo (Sexto Piso) de Jane Smiley.-

En una versión apócrifa del Quijote una que componíamos un amigo mío y yo para matar el tedio de una carretera razonaba así el Caballero de la Triste Figura: me dicen que soy un loco porque estoy enamorado de una mujer que no existe; pero más loca está ella, que por no existir se pierde todo lo que yo la amo.

Este ejemplo que metafisiquea con el amor tal vez está en el extremo opuesto a esos amores de suburbio de ciudad norteamericana, amores trabajosamente construidos alrededor de una casa, un oficio, unos hijos, varias hipotecas y tantas horas de trabajo que ellas solas agotan toda disponibilidad de tiempo. Hay de todo, hasta mentiras compartidas; lo único que no hay es tiempo. Más allá, o más acá, en otra dimensión más heroica, más desgarradora, más épica o más operática, están los amores de don Quijote o los de Penélope.

Más tangibles, más antipoéticos, son los amores de Dave, dentista casado con Dana, también dentista. Amigos desde casi niños, compañeros de universidad, ahora socios en su próspera clínica dental y socios en un matrimonio en el que hay tres hijas siete, cinco y dos años absolutamente adorables, según cuenta Dave, que es el narrador de la historia, y esto es muy importante porque le lleva la contraria a la tradición narrativa de los últimos siglos: la voz con que hablan, por ejemplo, Emma Bovary o María, están escritas por un señor, no por una señora. Y esta novela, La edad del desconsuelo, en la que un varón cuenta su propia historia de amor, fue escrita por una mujer, Jane Smiley, una muy premiada y muy excelente novelista, nacida en Los Ángeles en 1949. Si se supone que Flaubert o Isaacs saben cómo sienten las mujeres, sin duda Jane Smiley conoce bien el universo emocional de un hombre instalado en un matrimonio aparentemente feliz que descubre en la página 20 que Dana está enamorada, ya no de él marido institucional, marido ineludible sino de otro sujeto.

Descubre no es la palabra: en cierto momento esa vida de dos vidas juntas sin interrupción entre la casa, las niñas, el consultorio, las vacaciones, las horas libres (en caso de que existan, lo dudo), esa vida siamesa se interrumpe porque Dana decide hacer parte de un grupo que ensaya ciertas noches de entresemana el coro de los esclavos de la ópera Nabuco. Y, con ironía que es mía, no de Dave, y como dice el coro de Verdi, el pensamiento de Dave vuela y se desboca y descubre sin descubrir que Dana está enamorada de alguien del coro, probablemente el director. No los ha visto, no se lo han contado, ella no ha dicho o hecho nada que lleve a ese pensamiento, pero aun sin pruebas, Dave sabe, o decide saber, que Dana está enamorada. A partir de esa certeza, anterior a toda comprobación, lo que más le importa a él es que ella no se dé cuenta de que él ya se dio cuenta de sus andanzas. Y mucho menos quiere que a Dana le dé un ataque de honradez y decida confesarle todo. En uno de sus insomnios, Dave inventa una oración: Señor, que no me diga nada sobre esto.

Dos párrafos más abajo de su plegaria, Dave razona de este modo: el vínculo matrimonial vuelve todos los actos comunicativos más descafeinados, los lleva a un irónico término medio en que marido y mujer se encuentran más cómodos, con buen humor, haciendo que todo sea más prosaico. Tal vez otros matrimonios sean capaces de acomodarse en un rango mayor de entusiasmo y desesperación.

A partir de su descubrimiento, Dave pasa por toda clase de avatares, como hacerse el dormido sin pizca de sueño, para evitar un exceso de intimidad de parte de su mujer y que sea para confesar su aventura. Incluso adopta la personalidad de uno de sus clientes, un tipo insoportable, adicto a las pataletas y a los gritos. Y llega a sentirse confuso: cuando pensaba en la palabra confusión se me venía a la cabeza una especie de bruma gris, pero la confusión no es eso. La confusión es visión perfecta y misterio absoluto al mismo tiempo. La confusión es ver sin saber, como si los nervios ópticos siguieran conectados pero los hemisferios del cerebro se hubieran separado.

Fiel al reglamento de Gozar Leyendo que no existe, pero que cito en ocasiones como ésta no voy a contar cómo es el final de La edad del desconsuelo, breve novela de doscientas páginas que Jonathan Franzen considera como una de sus obras favoritas. Sólo les digo que es una excelente novela. La traducción la hizo Francisco González López.

Cuaderno de la doble vida (Pfeiffer) de Pedro Lastra.-

Pedro Lastra (Quillota, Chile, 1932), paralelamente a su rol de profesor ya emérito de Stony Brook, a lo largo de su vida ha publicado varios volúmenes que lo certifican como uno de los más notables poetas chilenos de la actualidad. En 1984, Enrique Lihn publicó una antología de Lastra, Cuaderno de la doble vida, que ahora se reedita añadiéndole algunos poemas posteriores y un excelente prólogo de Marcelo Pellegrini. Dice Pellegrini que en Pedro Lastra la poesía es una sosegada meditación sobre el tiempo, de lo que se desprende necesariamente una reflexión sobre la muerte. La poesía de Pedro Lastra es una partitura musical compuesta para que se interprete sin estrépito y con disimulo, a la sordina.

Copla

Dolor de no ver juntos
lo que ves en tus sueños

                        Pedro Lastra

Ya hablaremos de nuestra juventud

Ya hablaremos de nuestra juventud,
ya hablaremos después, muertos o vivos
con tanto tiempo encima,
con años fantasmales que no fueron los nuestros
y días que vinieron del mar y regresaron
a su profunda permanencia.

Ya hablaremos de nuestra juventud
casi olvidándola,
confundiendo las noches y sus nombres,
lo que nos fue quitado, la presencia
de una turbia batalla con los sueños.

Hablaremos sentados en los parques
como veinte años antes, como treinta años antes,
indignados del mundo,
sin recordar palabra, quiénes fuimos,
dónde creció el amor,
en qué vagas ciudades habitamos.

                        Pedro Lastra

NO VUELVAS AL PASADO,
nadie te espera allá.
Más temprano que tarde
te dirá la sirena
con su canto dulcísimo:
Ven aquí, ven aquí,
encontrarás el reino perdido de tu fábula,
la amistad y el amor de los días sin fin,
mira estos bellos lienzos
tendidos para ti,
este es el paisaje y el lugar que te esperan
y esas figuras son las que buscas en sueños.
Todo eso oirás, y suaves músicas
de nostalgia y regreso. La sirena
(su nombre es tentación)
no se irá de tu lado, repitiendo su canto.
No escuches. Ha llegado
la hora de la verdad:
no hay ensalmo que valga. El hoy es aún hermoso.
Yo sé lo que te digo.

                        Pedro Lastra

Diccionadario

«Uno busca una palabra donde poner la fe / la union la hacienda la esperanza / un lugar de uno mismo donde sentar cabeza». (Amalia Moreno Restrepo)

Tomado de Diccionadario (Pre-Textos):
Entretenimiento: tú distráelos y entonces yo suelto mis embustes.
Inforreumática: tecnología muy lenta.
Estupidibundez: mezcla de tontería con remilgos.

Premio de no ficción Latinoamérica Independiente-. Una alianza de once sellos independientes: Alquimia (Chile), Barrett (España), Criatura (Uruguay), El Cuervo (Bolivia), Elefanta (México), El Fakir (Ecuador), Fósforo (Brasil), Godot (Argentina), Libros del Fuego (Venezuela), Luna Libros (Colombia) y Trabalis (Puerto Rico) han creado en conjunto el Premio de no ficción Latinoamérica Independiente. Una invitación para desarrollar ensayos críticos que piensen la crisis, las mutaciones que atravesamos, los fenómenos cruciales de nuestra siempre era moderna. El premio es la publicación de la obra en todas aquellas editoriales. Pueden presentar sus libros hasta el 15 de febrero de 2021. Aquí encontrarán más información sobre el premio y el formulario en línea para participar.

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De nuestros lectores.-
«Darío, extraordinario el acercamiento a Carpentier. Estoy en proceso de relectura y dudaba si releer a Carpentier o mantener mi admiración juvenil por él. Ahora que leo lo que escribes, creo que lo releeré. Te cuento cuando lo haya hecho, pero me late que es de los que perduran. Gracias por eso». Vero Zondek. 

«He recibido este escrito como una sorpresa, pero lo agradezco. Es sumamente interesante, esclarecedor e inspirador. Muchas gracias. Es una buena manera de empezar un año en un fin de semana. Les deseo muchos éxitos y muchos lectores». Amalia Urrea de Siegrist.

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