Agosto-2017-primera quincena

Apuntes, d.j.a.

Releer a Rilke (Acantilado) de Adam Zagajewski.-

A la hora de hacer la lista de los grandes poetas vivos en todas las lenguas, uno de los nombres obligatorios es Adam Zagajewski, polaco nacido en Lvov (hoy Ucrania) en 1945. Además de varios libros de poemas, de él, en castellano, hay una excepcional autobiografía, En la belleza ajena (Pre-Textos), simplemente una obra maestra. Además de gran poeta es, también, un excepcional ensayista; varios de sus textos en prosa han sido publicados en Acantilado. El último en aparecer es Releer a Rilke, un hermoso ensayo sobre el autor de las Elegías de Duino: un gran poeta escribe sobre otro gran poeta, y lo lee como un autor que estuvo más allá de su propio tiempo apenas tiene nada que ver con las circunstancias externas de su época y que permanece en nuestros días. Zagajewski deja un hermoso testimonio de su primera experiencia con Rilke: Cuando siendo todavía un estudiante de instituto (&) compré (&) Elegías de Duino, (&) leí por vez primera las mágicas frases de la primera elegía. La calle desapareció de repente, se evaporaron los regímenes políticos, el día se volvió intemporal, me topé con la eternidad y la poesía despertó. A propósito de Rilke, el polaco va dejando sabias lecciones para quien escriba poesía, como cuando dice: Hay al menos dos grandes traiciones que le acechan a todo poeta, una de las cuales consiste en olvidar el dolor de la historia moderna en nombre de una vida espiritual a la que no han afectado los acontecimientos, y otra relacionada con el prestar atención al dolor de la historia moderna pero olvidando la delicada e innombrable sustancia de nuestra interioridad. Hermoso libro.

Algunas frases de Releer a Rilke.-

-Lo nos atrae de él es su rigor interior, la disciplina de su vida, los sacrificios que hizo.

-Rilke fue la voz secreta de su época.

-Musil vio una unidad en la obra del poeta y afirmó con agudeza que el joven Rilke simplemente había imitado al viejo.

-Por ella [Lou Andreas-Salomé] cambió su nombre de René pasó a Rainer y de caligrafía. Esto es fácil de decir, pero implica sencillamente un cambio de identidad.

-& es más probable que en la actualidad sea más leído en Estados Unidos que en Alemania.

-No hagas caso de ningún mandamiento contemporáneo que parezca encarnar el espíritu del propio Zeitgeist (espíritu de la época) y escucha únicamente a los grandes poetas; en ocasiones un Catulo puede liberarte de la dictadura literaria de alguien que vive a tan sólo cinco manzanas de tu casa.

-Leí asimismo con gran placer y provecho el libro de Rilke sobre Rodin. Todo artista joven debería leerlo: ese bello elogio de la disciplina ejerce un estimulante efecto en las mentes jóvenes que pueden tender a sobrevalorar lo irracional, un ingrediente artístico puramente inspirador.

-El lenguaje poético debe seguir a la mirada y no al revés.

-Rilke es un antimoderno, y uno de los principales impulsos en su obra consiste en la búsqueda de los antídotos contra la modernidad.

-La cuestión esencial reside en si el misterio que yace en el corazón de la poesía (y del arte en general) se puede mantener a salvo de los asaltos de un omnipresente periodismo charlatán y desalmado y de una igualmente omnipresente ciencia popular o pseudociencia. Todo ello está estrechamente relacionado con la evaluación de las ventajas e inconvenientes de la cultura de masas, de las influencias de los medios de comunicación, y con la difícil búsqueda de una genuina expresión dentro del marco comercial que ha reemplazado a las viejas y menos vulgares tradiciones e instituciones en nuestras sociedades.

-El poderoso ángel de Rilke apostado a las puertas de las Elegías, intemporal, está allí para preservar algo que en la época moderna tan pródiga en otros campos nos ha arrebatado o tan sólo ocultado: los momentos de éxtasis, por ejemplo, instantes de asombro, horas de mística ignorancia, días de solaz, la encantadora quietud de leer y meditar.

Días felices en el infierno (Pepitas de calabaza y Fulgencio Pimentel) de György Faludy.-

György Faludy (1910-2006) puede ser el más notable poeta húngaro del siglo XX. Totalmente ignorado en el ámbito de la lengua castellana, ahora dos excelentes editoriales logroñesas: Pepitas de calabaza y Fulgencio Pimentel se unieron para publicar la traducción de Alfonso Martínez Galilea de una memoria de quince años de la extensa vida de Faludy, Días felices en el infierno, que arranca en 1938, en una Hungría casi nazi, pasando por períodos que amojonan las partes de este libro apasionante: París, Casablanca, Estados Unidos, regreso a Hungría, incluyendo un largo período en un campo de trabajos forzados al más puro estilo estalinista. Hasta su muerte, Faludy fue un niño terrible que siempre se dio el lujo de decir lo que pensaba, todo en un tono en que el humor es un instrumento de la inteligencia. Decir crudo, directo, despiadado y el resultado es conmovedor. Días felices en el infierno es un libro extraordinario.



Diccionadario

Es verdad que una imagen vale más que mil palabras, pero necesita más de dos mil para explicarla.

Tomado de Diccionadario (Editorial Pre-Textos):
Teografía: ciencia de los lugares que habita Dios.
Mostetricia: medicina de los monstruos.
Farrabasada: tontería cometida en una parranda.
Acérrima: poetisa.
Cojón: cojo muy grande.

 

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