Septiembre-2017-primera quincena

Apuntes, d.j.a.

Camino a Trinidad (Pre-Textos) por José Andrés Rojo.-

Ya es usual: en muchos libros es imposible distinguir si son ficción o crónica o memorias o biografías o autobiografías. El libro de José Andrés Rojo (español nacido en La Paz, Bolivia, 1958) es así. El telón de fondo es histórico: la Bolivia (y colateralmente la América Latina) de los años sesenta y setenta, la fiebre de los levantamientos armados, desde la guerrilla del Che y las posteriores insurrecciones, en especial la guerrilla de Teoponte: eran 67 guerrilleros, contra 1250 soldados más los aviones que los bombardeaban (llegaron a hacerlo con napalm, como en Vietnam). Pongo entre comillas la palabra guerrilleros porque su entrenamiento era mínimo; eran más bien sacerdotes obsesos de la revolución, adolescentes mal armados enfermos de un optimismo suicida, ebrios con un discurso donde había mucha solemnidad, claro, se trataba del futuro, de liberar cadenas, de transformar el mundo. Transitábamos por las palabras más altisonantes con una pasmosa familiaridad, sin el menor sentido del ridículo. También en el fondo está Así hablaba Zaratustra. Nietzsche es lectura devota del narrador y protagonista durante la misma época en que estaba poseído por la fiebre ciega de la revolución armada. Al final, y por paradoja, de los textos de Nietzsche saldrían las críticas más feroces contra el sectarismo del redentor armado contra el estado en nombre del marxismo leninismo. El retrato que resulta de ahí es esa extraña mezcla de idealismo y de ciega obcecación, de abierta generosidad y turbio resentimiento, de coraje suicida para redimir el mundo y de gesto puramente nihilista que se agita en sí mismo, cerrando cualquier posibilidad de futuro.

Esos son los trasfondos. La historia que le da los visos de novela y, no necesariamente, de ficción es el relato que hace el narrador de lo sucedido veinte años después a uno de sus amigos de los tiempos de sarampión guerrillero.

Aves de paso (Alfaguara) de Eduardo Peláez.-

El libro de Eduardo Peláez (Medellín, 1949) es muy distinto al de Rojo. Pero aun con lo diferentes, de ambos se puede predicar que son novela, crónica, memoria, biografía, autobiografía, sin que se olviden dosis variables de ensayo y de collage. Si vamos a ser literales y vamos a hacer fe en el autor, Aves de paso sería la biografía de Marta Luz, su hermana, y de Ricardo, su hermano: los mayores que, en una familia de diez hermanos, se convierten en las figuras materna y paterna del séptimo de los hijos, Eduardo, el mismo que cuenta estas historias de hace más o menos medio siglo. Aves de paso cumple a plenitud con esas biografías autobiográficas, pero no se detiene ahí. Más cerca del final que del principio, la narración da una vuelta de tuerca inesperada. Varios decenios después de muerta Marta Luz, aparece Odille en Francia, su hija, que nadie en la familia sabía que existía.

La prosa de Peláez es precisa y el lector rueda fluidamente por los párrafos. Existen lectores a saltos, especialmente hábiles para saltarse las descripciones y hallar y leer sólo los párrafos narrativos. Aconsejo que tratándose de Aves de paso se detengan y lean las descripciones que sabe hacer Peláez: nada convencionales, logran que el lector visualice con placer las cosas (¡y las personas!) que describe Peláez con singular sensibilidad. 


O Futuro (Pre-Textos) de Abraham Gragera.-

Abraham Gragera (Madrid, 1973) es, para lo que conozco, uno de los más destacados poetas de su generación en el ámbito de la lengua, que es el país de la poesía. Me impresiona su conciencia del lenguaje, su capacidad para darle calor y color a las palabras. Me impresionan las cosas que dice y la manera tan nueva como lo dice.

Poemas de Abraham Gragera en O futuro.-

Catalina 

Si bajo mis palabras no hace frío, es porque imitan tu forma de tejer.
Si mis canciones son sólo murmullos, es porque tú cantabas así mientras tejías, como acunando a los que no han nacido.
Si en mis palabras todo está presente, es porque no miramos todavía, hasta llegar a ser lo que ven dos espejos cuando nada se interpone en su reflejo mutuo.

El tercer día, IV

Como dos que soñaran
el uno con el otro
sueños distintos
y al mirarse dijeran
qué extraño
que sólo uno de los dos recuerde
lo que los dos hicimos

19 de noviembre

Hay
nada nuevo
bajo el sol
salvo el sol
que es nuevo
cada día.
Salvo el sol
que sale
para todos,
para la indiferencia
en suma
que nos borra.
Hay
un lugar
donde aprendí
que las palabras
tienen familia.
Cada vez
que regreso
cada grano
de arena
me saluda.
Y el viento
que no pudo
devolver
las hojas
a sus ramas,
y tu mitad
y tu mitad
de mi vida,
me llevan
de la mano
hasta donde no sé
para que cante.

Diccionadario

Muchas cosas no fueron creadas por la imposibilidad de darles nombre (Stanislaw Jerzy Lec). 

Tomado de Diccionadario (Editorial Pre-Textos):
Atianca: la aerolínea de las tías.
Nacotilla: puré ordinario.
Porquesta: orquesta sucia.
Fabuela: cuento con una abuela adentro.
Manguera: cosecha de mangos.

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Muy querido y admirado Darío: un librero puede resultar, a veces, un punto de encuentro con los amigos. Ayer, buscando un libro que necesitaba para mi trabajo, encontré tu Antología personal. Volví a leerla y me pareció extraordinariamente bella y conmovedora. Te lo quise decir, a manera de saludo, desde la lluviosa Ciudad de México. Muchas gracias por todo y un gran abrazo». Cristina Pacheco.

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