Enero-2018

Apuntes, d.j.a.

Apegos feroces (Sexto Piso) de Vivian Gornick.-

Vivian Gornick es una escritora nacida en Nueva York en 1935. Esta información es útil para saber el contexto en que trascurre Apegos feroces, un libro en el que la Gornick cuenta la vida de su familia, judíos, pobres, comunistas, en particular la relación con su madre: la manera que tiene mi madre de lidiar con los malos momentos es echarme en cara a gritos y en público la verdad. Cada vez que me ve me dice: me odias. Sé que me odias.

La mamá es todo un carácter, una mujer que centra su vida en el amor por su marido y la eficacia doméstica, una mujer encaramada en sus uno cincuenta y cinco metros de altura, muy perceptiva, muy básica y muy coherente con las verdades absolutas con que se blinda y, sobre todo, avasalladoramente franca, avasalladoramente extrovertida; por ejemplo, cuando muere su marido, el centro de su vida, era como si su espectacular abandono nos hubiera absorbido a todos, como si nos hubiéramos convertido en espectadores de su propia pérdida en vez de estar de luto nosotros. (&) En la funeraria intentó subirse encima del ataúd. En el cementerio trató de arrojarse a la tumba abierta.

Me da gusto transcribir un párrafo entero que bien muestra el tono del libro y la deliciosa prosa propensa a propinar sorpresas al final de las enumeraciones de cada párrafo. Después de enviudar, la madre de nuestra escritora se puso la faja y su viejo traje gris, se calzó sus recios zapatos negros de ante, se aplicó polvos de maquillaje, se pintó los labios y tomó el metro para acudir a una agencia de empleo del centro donde consiguió un trabajo de empleada en una oficina por veintiocho dólares a la semana. Después de aquello, se levantaba todas la mañanas, se vestía, bebía café, me hacía una lista de la compra, me la dejaba en la cocina al lado del dinero, recorría cuatro manzanas hasta llegar a la boca del metro, compraba el Times, lo leía en el vagón, se bajaba en la calle cuarenta y dos, entraba en un edificio de oficinas, se sentaba en su puesto, cumplía con su jornada, volvía a la casa a las cinco, entraba por la puerta, se desplomaba sobre el banco de la cocina para cenar algo y luego sobre el sofá, donde instantáneamente se sumía en una depresión que acogía con el mismo placer que un baño caliente. Era como si se hubiera pasado el día trabajando para ganarse el abatimiento que la esperaba fielmente al final de su reticente viaje a la vida cotidiana. Después añade: durante cinco años no fue al cine, ni a un concierto, ni a ningún acto público. Trabajaba y sufría.

Lo grave consistía en que, en secreto, consideraba su estado de depresión como una muestra de sensibilidad, de que poseía sentimientos más intensos y un espíritu refinado. No se hacía a la idea de que su comportamiento afectase a los demás para mal, y la noción de que existe cierto nivel de interacción social por debajo del cual no está permitido caer, le resultaba ajena.

Vivian, la hija, la narradora, es una mujer analítica, radical, feminista que, a medida que avanza en el cuento, también va contando su vida, en particular su relación con sus parejas. Cuando termina uno de sus amores, Vivian admite que un mazazo de fatiga me obligó a tumbarme en el sofá donde me quedé mirando al vacío. Entonces sentí auténtica desesperación. Por mucho que procurase diferenciarme de ella, parecía que siempre acababa como mamá, echada en el sofá, con la mirada perdida.

Vivian Gornick tiene el sentido del humor de los que no tienen sentido del humor: uno se ríe por la apabullante sinceridad de lo que dice, no porque busque la comicidad. El libro es delicioso y terrible. Un libro que todas las mujeres deberían leer, para identificarse, y todos los hombres también, porque es un espléndido y entretenido curso de conocimiento de las mujeres.

Mario Míguez.-

De Mario Míguez conozco tres libros, a cuál mejor. Una poesía sobria, profunda, sincera. Sin ningún gesto a la galería, desnuda, trasparente. Una excepcional poesía. 23 poemas (1998), Pasos (2006) y El cazador (2008), todos editados por Pre-Textos. Fue gracias a mi cercanía con Pre-Textos como pude conocer la obra de un poeta del que nadie habla, un poeta aislado, dedicado a un difícil trabajo, el cuidado de enfermos terminales. Mario Míguez es un poeta del que cada día se hablará más y con más admiración y respeto. Nunca lo conocí. Nunca lo vi. Y ya no es hora. Mario Míguez, uno de los grandes poetas españoles del último medio siglo, murió el 13 de diciembre de 2017. Había nacido en Madrid en 1962.


 

Yo poseo el inicio del Silencio.
Cada noche me espera aquí, en mi casa,
cuando cierro la puerta y todos duermen.
Ha ocupado el vacío que invadía
noche a noche mi cama es vacío
que nunca fue una espera ni es ausencia
y en él es centro de mi gravedad,
y la invariable infancia de mis horas
se da en sangre amorosa por nutrirlo.
Aún es muy pequeño, y es muy frágil:
sólo un silencio, que será el Silencio.
El Silencio que el mar en todas partes
quiere siempre guardar tras la tormenta
pero nunca consigue será el mío;
el que duerme en el aire, en esa línea
que trazan con su vuelo, sin saberlo,
las águilas que buscan el Gran Norte
y que es también la línea de mi rumbo.
Será mío el Silencio, el del Presente,
ese Presente en el que no he nacido,
ese Presente conjugado en vano,
cubierto por la niebla de las fechas:
el Dios que se disfraza, que se finge
mendigo bufo al convertirse en tiempo.
Será la urdimbre en que tramar la muerte,
aquella que construyo día a día,
la más difícil, la que yo me exijo,
aquella que es el fruto del Silencio,
su posesión, su signo y su belleza.
Pues la otra muerte, la que se ha llamado
carencia de la vida, sé que es falsa:
¿no dice acaso que la vida es sólo
carencia de la muerte, y que el Silencio
nada es, sino carencia de sonido?
Por eso no la temo. No es la mía.
No juro por el cielo y las estrellas,
no juro por el sol ni por la luna,
no nombraré el crepúsculo o la aurora:
lo que siento es tan cierto que no debo
jurarlo, rebajarlo a palabras.
Yo poseo el inicio del Silencio.
Aquí a mi lado, crece lentamente.
Es tan difícil mantenerlo puro&
Siempre lloro al sentir mi corazón
porque aún lo perturba con su ritmo;
y me distraigo apenas llega el día
y escucho el movimiento de la luz
que me lo cubre hasta que llega el sueño&
Más tarde al despertar, tras de mi voz,
tras esta voz que apenas oye nadie,
siento, dulcísima, su lejanía&

MARIO MÍGUEZ

 

Diccionadario

Es difícil ser ambiguo en épocas en que las palabras nada significan. (Stanislaw Jerzy Lec).

Tomado de Diccionadario (Editorial Pre-Textos):

Capoteosis: castración máxima.
Tertura: ternura más tortura.
Carándanos: fruto rojo útil para dar la cara.
Colítico: dolor provocado por los políticos.
Tontortamiento: comportarse como un bobo.

 

 

aquetaciÛn 1


Avisos y noticias

Números anteriores de Gozar Leyendo.- 

Consulte todas las entregas de Gozar Leyendo aquí.

Suscripciones.-

Si desea recibir Gozar Leyendo en su correo, solicítelo gratis a la siguiente dirección: gozarleyendo@lunalibros.com

La misma dirección para sus comentarios. Reenvíelo a sus amigos o, si lo prefiere, suscríbalos: basta que nos envíe su dirección.

Para asegurar que reciba nuestros mensajes, incluya gozarleyendo@lunalibros.com y lectorlunatico@lunalibros.com en sus contactos.

 De nuestros lectores.

«Buenas tardes. Disfruto demasiado sus comentarios y recomendaciones. Gracias por regalarnos momentos tan especiales». María Patricia Córdoba.

«Darío: felicitaciones por el Premio Nacional de Poesía. Buena oportunidad para que a muchos les lleguen tus poemas. Gracias por el envío de Gozar Leyendo». Luis Fayad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *