Marzo-2019, primera quincena

Apuntes, d.j.a.

Los indómitos de la montaña (Gallo Nero)de Dino Buzzati.-

Dino Buzzati (1906-1972) es uno de mis favoritos italianos del riquísimo siglo XX. A la altura de Pavese o de Papini, a la altura de Calvino o de Lampedusa, no tiene la notoriedad de sus iguales. Editada en castellano sin aspavientos ni bombos hace muchos años, El desierto de los bárbaros es una gran novela que le receto si usted no la ha probado. Y no es lo único de este discretísimo autor. Tal es mi pasión, que sin tener el menor interés en el alpinismo llegué a Los indómitos de la montaña, una recopilación de textos sobre el tema que publicó Buzzati, un apasionado del deporte (¿no es mucho más que un deporte?) de trepar y alcanzar cumbres.

Hace ya años, cuando todavía Manuel Chaves Nogales no había sido redescubierto, una amiga me entregó su Juan Belmonte diciéndome que, aunque no me interese la tauromaquia, de seguro iba a disfrutar mucho de esa excelentísima biografía. No soy animalista, es más, desconfío de ese estilo de fanático que es agresivo con los humanos y amigable con otras bestias. Tal vez por no ser fanático, aun sin ser devoto, me envolvió la biografía de Belmonte.

Igual me pasa con el alpinismo. Soy completamente ajeno a ese culto iniciático de conquistar alturas. Y aunque usted tampoco sepa mucho del arte de escalar montañas, no dudo en recomendar este libro de notas sobre el tema escrito por Buzzati.

Hace poco, a propósito de un libro sobre el caminar, quise enumerar textos sobre ese culto, estuve tentado a incluir éste de Buzzati al fin y al cabo, en situación extrema, el alpinista es alguien que camina sobre la pendiente pared de una montaña, pero la sofisticación y los detalles técnicos de trepar montañas crean unas diferencias radicales con los paseos de tipos como Rousseau o como Thoreau.

Sí, el alpinista usa los pies en su desplazamiento, pero no es igual al acto de caminar. Aquí se trata de caminar sobre paredes o, peor, sobre el interior de techos que dejan al alpinista cabeza abajo contra el piso, un piso situado muchos metros abajo. Y si hay diferencias en términos de leyes de la física, mucho más en cuanto a la metafísica, es decir, en cuanto al valor de cada paso, en cuanto al riesgo de vida o muerte que se toma en cada movimiento.

Este grado de riesgo significa la posesión de técnicas y el uso de herramientas. Las destrezas se desarrollan pero lo principal es que, si la vida está en juego, hay que poseer valor, sangre fría, protocolos de la intuición para afrontar el peligro, más, para prevenirlo.

Más que deporte, el alpinismo es ceremonia, rito, por definición rito de tránsito. Buzzati nació entre los montes Dolomitas, al norte de Venecia, una de las capillas sixtinas del alpinismo europeo. Desde niño le apasionó trepar montañas y también le apasionó ese mundo propio de los alpinistas con sus hazañas y hasta su mitología. Este libro reúne notas suyas sobre su pasión, escritas entre los años treinta y los cincuenta del siglo pasado.

Buzzati sabía todo sobre el alpinismo y celebra la conquista del Everest como un hito en la historia de la humanidad: ahora, por fin, se ha conseguido: dos hombres en pie sobre un pináculo de hielo de 8888 metros de altura. Por encima nada. Nadie ha llegado ni llegará nunca más alto. Porque esa es la cima del mundo, el máximo anhelo de la corteza terrestre, la rugosidad más acentuada de cuantas recubren esta manzana ajada en la que habitamos, suspendida en el espacio sideral. Todo esto lo lleva a decir más adelante: nos queda la luna (&). Agotada la tierra, exploraremos el universo. Pero, ¿cuándo? Aunque no resulte prudente hacer profecías, tengo la impresión de que la espera será larga. Ni nosotros, ni probablemente nuestros hijos llegarán a tiempo de partir en un cohete, rumbo a la luna. Harán falta decenios, tal vez siglos, y eso si el viaje es posible. Esta nota la publicó Buzzati en junio de 1953 y no pasaron siglos. Y él alcanzó a ser testigo, 17 años después, de la llegada del hombre a la luna. Buzzati: gran escritor, mal profeta.

Este libro está dividido temáticamente: comienza con notas sobre los héroes del alpinismo, dedica un capítulo a sus hazañas, otro a un logro concreto, la conquista del K2, el pico más alto del mundo después del Everest, sigue con unas hermosas notas sobre la región natal de Buzzati y termina con algunas muy imaginativas ficciones con trasfondo en las alturas. Una de ellas, y termino, está narrada por un águila que se refiere así al género humano: ¡Los humanos! Me quedé pasmado. No me esperaba que fueran tan grandes y tan horrendos a la vista. Daban asco, con aquella piel blanca y aquellos grotescos matorrales de pelo aquí y allá, y las dos piernas que les colgaban. Llevaban la espalda cubierta de pieles de animales, tal vez de cabra. Pero me sorprendía enormemente cómo se podían sostener sobre aquellas patas traseras, como si fueran ardillas, y sólo se valían de las otras con una maravillosa variedad de movimientos. Los hijos no tenían pelo, salvo en la cabeza. Y parecían apetitosos: debían ser blanditos.

Obra completa en verso (Pre-Textos), de José Antonio Muñoz Rojas.- 

Después de la generación del 27, la poesía española dejó de ser conocida en América. Nos quedamos con García Lorca, con Salinas, con Cernuda. Y después es como si no hubiera habido nada. Y nos perdimos muchas cosas. Para empezar, a José Antonio Muñoz Rojas, el poeta antequerano que nació en 1909 y murió en 2009, diez días antes de cumplir cien años. No hay bien que dure cien años y él se negó a cumplirlos por voluntad propia, si cabe. Autor de un ya clásico, Las cosas del campo, autor de un libro de poemas de amor poco más que excelente, como es Cantos a Rosa, de él ahora Pre-Textos publica un hermoso volumen con toda su obra en verso. Precioso, sutil, finísimo.

ROSA DE SEPTIEMBRE
Tú de verdad, y para ti mi vida
Rosa de siempre, lo mortal te sabe
de memoria y amor. ¿Qué en ti no cabe?
Mi verso para ti. Tú, su medida.

Pedazo de mi tiempo, de mi herida,
me llevas y te llevo, mar y nave;
¡oh, Rosa! ¿qué hará el labio que te alabe
más que alabarte? Lo fugaz se olvida,

pero nunca la luz. El viejo río
seguirá su camino al mar, la nada.
Por los aires de Dios la primavera

seguirá proclamando el poderío
de lo que pasa, ¡oh Rosa! Condenada
por dentro a florecer, morir por fuera.
                       JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

I
Me la encontré de pronto. Dije ¡Rosa!,
¿por este corazón tú nuevamente?
Tú, la Rosa de siempre inesperada,
la dolorosa Rosa por quien vivo
espiando la hermosura, por si ella
vas ignorada, vas como las nubes
o la belleza por la noche, mientras
nosotros en el sueño. Así de pronto.
¿Cómo esperar de pronto que en septiembre
ocupado en las cosas de septiembre,
en esperar la lluvia, arar el campo
o fatigar el monte, tú vinieras
tan alegre diciendo: José mío,
si vieras qué hermosura de viaje?
                    JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

VIII
¡Oh Rosa, mi cadena!: con suspiros
me tienes amarrado. Tú no sabes
que el peso de las cosas corresponde
a su poder de gozo, y en tus brazos
me siento aire. Déjame que suba.
¡Oh Rosa, tan pequeña desde arriba,
tan amada, tan bien, tan dulce! Estoy
viéndote en el jardín saltar. No toques
más de lo justo el corazón, que puede
hacerse añicos. No suspires. Deja,
que el tiempo llevará lo suyo. Deja,
que el tiempo te traerá lo suyo. Eso
que si se nombra es muerte. ¿Acaso dulce?
                      JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

Diccionadario

La Palabra lleva a cabo en la tierra la unión del cielo y del mundo para cuyo fin hay una correspondencia en todas las cosas entre la letra de la Palabra y las cosas divinas del cielo. (Swedenborg).

Tomado de Diccionadario (Editorial Pre-Textos):

Alimaña: los requeñeques, las mañas de Alí.
Serenata: eso piensa la leche de su futuro.
Paparente: parece papa pero no es.
Vagosto: el mes para no hacer nada.
Escrotinio: examen del escroto.

 

 

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«Darío, qué belleza de poemas, han sido una grata compañía en mi soledad. Qué labor tan linda la de Luna Libros. Gracias por tu amistad y generosidad». Yvonne Hatty.

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