Marzo-2019, segunda quincena

Apuntes, d.j.a.

James Boswell visita al profesor Kant (La Uña Rota).-

James Boswell (1740-1795) pasó a la posteridad por su monumental biografía de Samuel Johnson, íntegramente traducida al castellano hace pocos años por Miguel Martínez-Lage. En vida no fue tan afortunado; dice Marcos Giralt Torrente que Boswell quiso ser demasiadas cosas… Quiso enrolarse como oficial de la guardia real, pero carecía del dinero suficiente; quiso ser juez, pero su fama de indiscreto y disoluto lo perjudicó; quiso ser abogado de prestigio, pero su inconstancia se lo impidió; quiso ser buen marido, pero pese al mucho amor que profesaba a su esposa, fue incapaz de velar por ella como debía. Ni siquiera su biografía de Samuel Johnson que se vendió y fue alabada, le granjeó el respeto de sus contemporáneos. Antes, al contrario, lo metió en innumerables litigios con quienes le habían prestado su testimonio. Tal fue la nube de oprobio que lo cubrió que sus descendientes echaron una cancela sobre las cajas que contenían el ingente diario inédito que escribió durante toda su vida. Sólo hasta el siglo XX comenzaron a descubrirse fragmentos de esos diarios y, en 1979, apareció su testimonio de la visita que le hizo a Inmanuel Kant y que tradujo el mismo Martínez-Lage al castellano.

Bien se sabe la pasión que tuvo Boswell por los grandes personajes. Johnson aparte, Boswell trató a David Hume, a Adam Smith, a Voltaire, a Rousseau y, por lo que aquí se lee, visitó y almorzó con Kant en su casa de Königsberg: además de la obvia referencia a la escrupulosa puntualidad de Herr Kant, cuenta que Kant había sido en sus años mozos un hipocondríaco y revela otros aspectos de su vida, como que cuando era niño era sumamente pobre, y hubo de redondear su magro salario ganando partidas de billar, pasatiempo en el que llegó a ser un virtuoso, y también con los pagos que recibía de ministros y pastores a los que escribía sermones por encargo. Así lo describe: el señor Kant es de pequeña estatura, extremadamente flaco, y tiene un hombro más alto que el otro. Tiene la frente alta y despejada, y los ojos azules, grandes, en los que asoma una mirada melancólica, aunque su porte es vivaz, tanto que en nada recuerda al de un pensativo y apesadumbrado metafísico. No le sentaba bien la peluca, y de vez en cuando su criado se la enderezó. Tiene la nariz colorada y los dedos manchados de tabaco. Viste camisa de lino de un blanco purísimo. (&) Habla en voz baja, pero le creo capaz de hablar ante una gran concurrencia.

Sin embargo, durante el almuerzo, el autor de la Crítica de la razón pura no dijo ni mú de filosofía. Y explicó por qué: la verdadera metafísica de la vida está en el buen comer y beber. La filosofía escolástica, por el contrario, interfiere en la digestión al bombear la sangre al cerebro en el momento en que es más necesaria en el estómago, así que tengo por máxima vital no considerar temas especulativos mientras almuerzo.

Aun no metafisiqueando durante el almuerzo, el señor Kant alcanzó a soltar un juicio tan incorrecto políticamente, que bien vale la pena transcribirlo sin comentarios, antes de terminar esta nota: no debe un hombre mimar a un niño chico. Los mimos lo malcrían y lo tornan empecinado, insolente y engañoso. Hay en el mundo menos amor del que tienden los niños a suponer, y no es acertado que un hombre aumente la cuantía del engaño y la ilusión en que viven. Los niños han de aprender, señor, a fiarse de su propio talento y a ser industriosos, a encontrar los pocos consuelos que va a depararles el mundo. Los mimos corrompen no sólo a los niños, señor, sino que me aventuro a decir incluso que corrompen por igual a sus padres. Un sentimiento de empalagosa simpatía y de sensiblera compasión es fastidioso para los hombres que piensan como se ha de pensar, porque puede tentarles a cometer actos que su conciencia condenaría. Semejantes sentimientos son naturales en las damas, y quizá ni siquiera deseamos que ellas estén del todo libres de esas blandas disposiciones. Pero ésa es la razón, señor, por la cual a la mujer no se le debe confiar la educación de los niños. Sin comentarios.

Aves de invierno y otros poemas (Pre-Textos), de Moya Cannon.- 

Moya Cannon (Irlanda, 1956) es uno de nombres más reconocidos en la poesía irlandesa actual. Jorge Fondebrider la incluyó en su antología de ese país y ahora él mismo preparó la versión castellana de estos hermosos y muy originales poemas. La edición viene precedida de unas palabras preliminares donde dice la propia poeta: nací y crecí en el condado de Donegal, el rincón que está en el extremo noroeste de Irlanda, que es, asimismo, el rincón noroeste de Europa. (&) Jamás pensé en hacerme escritora, la poesía me ocurrió cerca de mis veinte años, mientras atravesaba la acostumbrada e inarticulada turbulencia de convertirme en adulta. Encontré el solaz y la imitación de esa turbulencia en la música y en la poesía. Esto se tradujo en intentar tocar música y escribir. Viviendo en Dublín, donde había estudiado y enseñado durante varios años, creí que la poesía que escribiría sería urbana, punzante, vagamente de izquierda y contemporánea. Pero la imaginería que me venía era la de las cosas, los promontorios y las montañas que había conocido de niña. Ningún escritor elige su tema. El tema lo elige a uno.

 

ESTORNINOS
Algunas cosas no pueden ser atrapadas en palabras,
los estorninos sobre un río de octubre, por ejemplo:
el modo en que se elevan desde el borde de un tejado en una nube
dirigida por un coreógrafo oculto;
el modo en que suben, se agrupan y descienden,
tirando de alguna arteria desconocida del corazón humano;
el modo en que la nube se rompe y se fusiona
las partes inferiores de las alas recogiendo toda la luz
que quedaba en el cielo del crepúsculo;
el modo en que vuelan y confluyen hacia el tejado de un depósito,
un pájaro marrón tras otro.

                                     MOYA CANNON

LLEVAR LA VOZ CANTANTE
Los que están en el poder escriben la historia, los que sufren escriben las canciones. (Frank Harte)

Los que tenían poco eran siempre
los que llevaban las canciones
a Babilonia,
al Mississippi;
de estos últimos algunos tenían menos que nada,
no eran dueños de sus propios cuerpos,
sin embargo, tres siglos después,
los profundos ritmos de África
escondidos en sus corazones, en sus huesos,
llevaban la voz cantante del mundo.

Para aquellos que dejaron mi condado,
muchachos de Downings y de Rosses
que siguieron a los botes de arenques
hacia el norte hasta Shetland,
limpiando en su camino la plata del mar
o los muchachos de Ranafast que tomaron el bote de Derry,
que dormían sobre una soga en una choza,
las canciones eran la moneda de sus almas,
el metal puro de sus corazones,
que se cambiaba por otro oro,
otras canciones que se oían genuinas y fuertes
cuando se arrojaban
sobre las mesas pobres de sus vidas.
                                   MOYA CANNON

Diccionadario

La Palabra es la Divina Verdad en sí misma. (Swedenborg).

Tomado de Diccionadario (Editorial Pre-Textos):

Vagarosa: flor ociosa.
Canóptica: mirada de perro.
Panóptico: horneado bueno para la vista.
Garcicista: cree que todos los García son bellos.
Bidiota: dos veces idiota.

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«Maestro Darío, gustosos los textos sobre Dino Buzzati y José Antonio Muñoz Rojas. Esa dosis mínima quincenal me provee de notable estímulo para abrir el correo. Saludo y gratitud». Yezid Morales.

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