Septiembre-2020, segunda quincena

Apuntes, d.j.a.

Los apóstatas (Tusquets) de Gonzalo Celorio.-

Las dos anteriores novelas de Gonzalo Celorio (Ciudad de México, 1948), Tres lindas cubanas y El metal y la escoria, eran versiones de las historias de la familia de su madre, la primera, y de su padre, la segunda. El mismo Celorio detalla con agudeza: liberado de las exigencias de la veracidad historica, le di cabida a la imaginacion novelistica: modifique nombres, fechas, parentescos; suprimi de un plumazo personajes anodinos para la literatura por mas que hubieran sido relevantes para la vida familiar, de igual manera que engendre otros que se desplazaron por mis paginas con la misma naturalidad que si hubieran transitado por la historia. Mi escritura se poblo de hiperboles, falacias, invenciones, lo que, paradojicamente, me permitio hacer calas mas profundas en aquella historia original. Porque la ficcion puede llegar adonde la veracidad historica se detiene como delante de un precipicio. Y es que la novela tiene la potencia de ampliar las escalas y las categorias de la realidad. Y precisa: Justamente por haber alterado, con la imaginacion, la historia referencial, considero que mis dos obras anteriores son novelas y no libros historiograficos.

Con estos antecedentes, parecía lógico que Celorio emprendiera después la novela de su propia familia. Así se lo cuenta a una de las interlocutoras de Los apóstatas: que quieres que te diga, aqui me tienes lidiando con esta tercera novela sobre mi familia. He de confesarte que no estoy nada contento ni satisfecho con ella. Me esta costando mucho trabajo escribirla. Mas que trabajo, mucho dolor, mucha pena, mucho sufrimiento. Nada me gustaria mas que mandarla al carajo, con tu perdon. Pero no he podido. La necesidad de escribirla me cayo encima como una alimana de la que quisiera sacudirme de inmediato. Asi dice Julio Cortazar que tiene que deshacerse del cuento que de pronto se le mete en el cuerpo como una cosquilla insidiosa: ¡ya, lo antes posible! Pero el caso es que yo llevo anos escribiendola y no tengo ni para cuando terminarla, si es que la termino. Me he alejado de ella en varias ocasiones, algunas por largos meses, pero tampoco he podido abandonarla. Asi que ni para atras ni para adelante.

Con todo y que Los apóstatas parece ser la tercera parte de una saga, desde el punto de vista del lector sin duda es una novela completamente autónoma, pues su única relación con las dos anteriores novelas de tema familiar es que, de seguro, el lector que no las conozca querrá leerlas después de terminar Los apóstatas.

Lo que no sabía Celorio eran los hallazgos que haría y que casi lo obligan a renunciar a terminarla. Tales son, que Los apóstatas acaba siendo dos cosas: primero, sí, la historia de su familia, papá, mamá y doce hijos, siguiendo la huella de dos de esos hijos y del propio Gonzalo, el hijo número once, por lo que, en cierto modo, la novela tiene ribetes de autobiografía. Y lo segundo es la historia misma de la escritura, de los hechos que encontró y que llegaron a inhibirlo, de sus propios temores, inquietudes, desconciertos y compensaciones, durante los siete años en que estuvo trabajando en ella: Cuando empece a pergenar esta novela, no sabia en lo que me estaba metiendo. Tuve la ocurrencia de escribirla sin prever que ese primer impulso (si no del todo inocente, tampoco perverso, ni siquiera malicioso) terminaria por convertirse en una maldicion.

En principio, Celorio se proponía contar la historia de mi hermano Miguel, que es tambien mi propia historia, porque no puedo hablar de el sin reflejarme en el espejo de su vocabulario. No solo fue mi hermano mayor, sino mi padre. Un padre intelectual que suplio a mi padre biologico. Papa era un hombre mayor cuando me engendro, y murio cuando yo aun era nino. O mas bien, deje de ser nino justo el dia que murio.

Miguel era veintidós años mayor que nuestro novelista, Gonzalo, quien cuenta que cuando ya habia escrito una primera version de la historia de Miguel, me percate de que su vida presentaba muchos paralelismos con la de otro hermano mio, Eduardo, que es dos anos mayor que yo. Distanciados por veinte anos, ambos habian seguido una pretendida vocacion religiosa y habian recibido una formacion clerical equivalente, ambos habian vivido la clausura del convento y ambos habian acabado por abandonar las congregaciones religiosas en las que habian profesado. Los dos eran apostatas, pues. Una vez fuera de sus respectivos conventos, sus destinos, empero, fueron opuestos. Uno persistio en su fe hasta el paroxismo y otro la permuto por la lucha revolucionaria a favor de los desposeidos de este mundo.

Los apóstatas, pues, reinventa la fórmula de Plutarco: vidas paralelas, más allá aún de la fórmula clásica, pues aquí se añade la vida del narrador que, a su modo, él mismo lo dice, también es un apóstata. Y, de los tres, dar cuenta, si, de lo grandioso, lo memorable, lo publico, pero tambien de lo miserable, lo vergonzante, lo privado. Para aclarar, también para averiguar algunos hechos, además de sus cartas y conversaciones con Eduardo y con Miguel, Gonzalo habló con muchas personas: Nunca imagine lo que la escritura me habria de revelar. Y mucho menos, las dificultades morales, familiares y hasta politicas que tendria que enfrentar para terminar esta novela y, dado el caso, para publicarla. Si es que al fin me decido a publicarla. Maldita la hora, si, en que se me ocurrio escribir esta novela.

Más adelante añade: la historia de la escritura y de la publicacion de la novela era tan conflictiva, o mas, que la novela misma. Despues de darle muchas vueltas al tema, decidi relatar no solo lo que habia sucedido en la historia, sino contar tambien la historia de la escritura de la novela, a fin de que Gonzalo, y de paso mis posibles lectores, comprendieran mi conflicto, porque toda novela, en mi opinion, nace de un conflicto. Un conflicto que no se resuelve en el transcurso de una sobremesa, sino que requiere que se navegue durante muchas paginas para exponerlo. Y la novela no resuelve el conflicto que motiva su escritura, pero si lo saca del pecho del autor para ponerlo en el pecho del lector. Es decir que la escritura de la novela no tiene otra finalidad que liberar al escritor de la necesidad de escribirla, de permitirle abandonarla. Y eso, precisamente, era lo unico que yo queria hacer desde la maldita hora en que se me ocurrio escribirla: abandonarla, quitarme de encima la alimana que me cayo en el cuerpo.

Todo lo que es conflicto interno, dudas y desconciertos de un escritor, acaso sea la materia prima más apropiada de la buena literatura cuando ese escritor tiene la sabiduría para encontrar las palabras precisas y el talento para darle un ritmo y arte combinatorio a todo lo que cuenta. De modo que aquello que era problema para Gonzalo Celorio, se convierte en la materia de una especie de encantamiento que secuestra al lector, obligado a seguir el curso de estas aventuras vitales tan intensas y tan profundamente humanas.

La luna cambia de jardín (Pre-Textos) de David Marín-Hincapié.-

La luna cambia de jardín de David Marín-Hincapié (Colombia, 1990) es un hermoso libro. Con un arduo trabajo de taller, como lo impone el tono del libro, Marín tiene el talento para ocultar esa carpintería y presentar un conjunto de poemas que transparenta un universo pleno de imágenes riquísimas en su valor simbólico.

El escenario está lleno de verdes, de bosques, de flores. Su tiempo es la noche. Y el poeta invoca símbolos sin equivalencias, símbolos que reflejan un misterio inabordable pero siempre presente. El poema recorre las estaciones y el invierno marca el comienzo: Tormenta de nieve. La luz ha envuelto el misterio del bosque. Los cuerpos tiemblan. Y en esa atmósfera aparecen los cuerpos que quieren refundirse con todo lo que los rodea: soportar la desintegracion y aventurarse en el flujo vital de las plantas para merecer la perfeccion de las flores, vigilar el orden secreto de las crecientes en el mas alto extravio de la especie. Raro destino el de la transparencia: llegar y ocupar el lugar sacro entre las bestias mas sedientas. Dos series de poemas en prosa cuentan una historia de amor que transcurre entre un invierno y un verano.

Las otras partes del libro, Evocación de las formas sublevadas, La luna cambia de jardín, La noche refractaria y El beso incorruptible, todas, mantienen el tono y el tema. Un universo de bosques, de pájaros, de bestias, unas equivalencias simbólicas entre la luz, la transparencia y la blancura, que se trasladan en las palabras del poeta al delirio de los cuerpos, a la blancura insospechada en que un corazon irrumpe con su ruidosa existencia. El ruido es el de la música, el de los insectos, la muda música que toca el silencio de la noche.

Y todo ese escenario, esa lista de mantras que son los seres que rodean el cuerpo, hace parte y se transforma, más que en escenario, en parte integrante de los actos amorosos que canta, que evoca y que, finalmente, justifican la voz de quien los canta.

Algunos poemas de La luna cambia de jardín.-

Invierno, IV
Todo era dicha en su quietud de tiempo atascado: atesorar y dar cuerpo a ciertas cascadas donde la luz vivifica los delirios y los vinculos, soportar la desintegracion y aventurarse en el flujo vital de las plantas para merecer la perfeccion de las flores, vigilar el orden secreto de las crecientes en el mas alto extravio de la especie. Raro destino el de la transparencia: llegar y ocupar el lugar sacro entre las bestias mas sedientas.
ooooooooooooooooooDavid Marín-Hincapié

Invierno, VI
Fundirse en los rostros mas bellos. No en los que surgen del rayo implacable de la mascara, sino en los mas oscuros, en los rostros que se sustraen a la multiplicacion erronea del simulacro. Fundirse en el ritmo de las noches, cuando los insectos proclaman su vertical suspenso, y abandonan su habitual forma de ir en estridencia, con sus alas de fragil interrogacion. Y a la menor senal del deseo, en la minima ceremonia de la carne enhiesta, abalanzarse en el cuerpo, escurrirse en su claridad, mas alto cada vez y en desordenada obediencia. Y defender el ritual de los secretos en la corriente inmovil de las posesiones, para que en un atajo subterraneo los cuerpos se proyecten sedientos, al dorado camino donde se acoplan los arroyos seminales, con la fuerza de las usurpaciones, con las mordeduras inscritas en el lomo, bajo el brillo desolado y la dura materia de las pesadillas.
ooooooooooooooooooDavid Marín-Hincapié

Verano, IV
¿Como pueden mirarse con indiferencia un par de animales sosegados? ¿Como pueden suponerse colmados dos cuerpos a los que se les impone la transparencia de unos labios expertos en vertigos y desapariciones? Han morado lo suficiente en el deseo como para olvidarse. Pueden escapar a la opacidad de una noche, y luego sobreponerse a la fugacidad. Pueden dejarlo todo, sumidos en el residuo de un cauce blanco entre las manos. Que la humedad preserve esta serenidad de los cuerpos y que no se extinga la luz en la posterioridad de la eyaculacion.
ooooooooooooooooooDavid Marín-Hincapié

El beso incorruptible, I
Mis manos avanzaron sobre tu rostro. Se deslizaban como una pequenisima serpiente entre las rocas. Como si descubrieran una apariencia refractaria a la destruccion hallaban el borde de las formas. Que quieres de mi, le pregunte a la sombra. Y distribui en el aire, entre presagios y musicas de hojas, el gesto de ese rostro que nunca parece estar aqui, su silencio ininterrumpido. Entonces sucedieron las horas en el jardin. Y en el umbral de la casa, multiplicados los signos de una luz blanca, tu regresabas para darle un nombre al polvo.
ooooooooooooooooooDavid Marín-Hincapié

El beso incorruptible, VI
Vive la tarde en que tu belleza viajaba por senderos de recta desnudez. Vive en estas manos, las que anunciaron un mundo prohibido, las que conocieron una forma remota aunque se alejaba de mi. Vive en estas manos de materia blanda, que ahora estan velando el fuego. Vive en estas palabras, llamaradas que se alzan hacia el cielo y en mi oscuridad.
ooooooooooooooooooDavid Marín-Hincapié

El beso incorruptible, XII
Nutridos por la devastacion, nos queda la maduracion del proximo deseo, la coronacion del misterio y el porvenir inusitado que le da, una vez mas, sentido a la rosa.
ooooooooooooooooooDavid Marín-Hincapié

Diccionadario

Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos». (Joubert)

Cataciclismo: gran accidente de ciclistas.
Abecedul: árbol letrado.
Caparrazón: emasculación del pensamiento.

Despedida.- Lamentamos la muerte de Juan Camilo Sierra Restrepo (10 de abril de 1965-26 de septiembre de 2020), cofundador de Luna Libros en agosto de 2008 y quien la dirigió hasta enero de 2011. Agradecemos su vida dedicada a la cultura en nuestro país y acompañamos a sus familiares y amigos. Descanse en paz.

Libros de autores colombianos en Pre-Textos.-Tenemos algunos ejemplares de autores colombianos publicados en Pre-Textos para los lectores lunáticos. Encontrarán desde poetas consagrados como Juan Manuel Roca y Rómulo Bustos Aguirre hasta nuevas voces como Carlo Acevedo y María Gómez Lara. Pueden comprarlos en línea aquí.

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De nuestros lectores.-
«Queridísimo Darío: No es cierto que no haya mejor reseña de mi libro que la introducción apresurada que yo mismo le puse. No es cierto y sí la hay: es esta, la tuya, que además de ser magnífica y muy generosa, me honra mucho y me hace muy feliz. Espero que nos veamos muy pronto. Mil gracias, siempre. Un gran abrazo». Juan Esteban Constaín.

«Buenos días maestro Darío, agradezco tu enorme esfuerzo y el de tu equipo, por la circulación del excelente contenido de Luna Libros, una entrega que siempre leo con alegría y delectación, mil gracias y fuerte abrazo, éxitos». Gabriel Echeverri.

«Estimado Darío : gracias, una vez más por las estupendas reseñas con que nos deleitas en cada entrega de Gozar Leyendo. Con esta última de los Calamares de Constaín has logrado fusionar y transmitirnos por una parte, el deleite del escritor que goza con sus insólitos descubrimientos, y por otra, el del lector agradecido que los disfruta ¡Excelente! De nuevo, mil gracias». Emma Rodríguez.

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